viernes, 22 de abril de 2016

“Caracas Bar: La esencia Venezolana y del Caribe”

Dejamos atrás la cultura oriental del sushi para adentrarnos en nuestras raíces latinas. Caracas Bar (o CCS) es un bar de primera línea ubicado en el corazón de Palermo. Su propuesta es especial. Te la presentamos.


Hace mucho que no pasaba por Caracas Bar pero siempre que paso encuentro algo nuevo. Esta vez me sorprendí. La decoración, la carta, la propuesta en sí había cambiado.
Yayo es uno de los dueños y yo lo conozco hace años. Me dio uno de mis primeros trabajos cuando yo era un bachero torpe y descuidado que vivía en mi mente pensando en escribir todo el día. No duré mucho. Y es que en Caracas se manejan los tiempos de la eficiencia. Y la verdad me gustó volver a encontrarme allí, sentado en la larga barra con luces viendo desfilar delante de mí todos esos platos de comida frente a las botellas brillantes de ron.
CCS empezó como un restaurante de comida venezolana. Ofrecían comidas típicas, como cachapas,  arepas,  tostones. El público iba a cenar y luego en el primer piso el patio se llenaba de personas conversando con la música de fondo.
En sí la cosa cambió. CCS pasó de tener la bandera Venezolana a tener la del Caribe entero. La apuesta se afianza. Las paredes ahora envueltas de arreglos selváticos con lámparas en forma de bananas en cada luz superior. La tipografía vintage de los 90 como un cartel en medio del salón. Una barra repleta de rones de marcas usuales y no tan usuales. Tragos en vaso largo de colores fuertes con frutas decorativas y gustos dulces. Y las personas entrando y saliendo acompañadas y los carteles a un costado de la barra anunciando el Happy Hour y las ofertas que semanalmente CCS propone.
Vemos la carta. Su esencia sigue siendo venezolana. Probamos algunas opciones. Y para el que desconoce: Los tostones son plátano pisado acompañado con guacamole con queso gruyere. El gusto logrado en CCS es suave, salado, pero como el mismo Bar, tiene personalidad. Su olor fresco se siente a distancia y es un buen acompañante para un trago frutal. Los tequeños de CCS son dedos de queso blanco fresco venezolano envuelto en masa de harina de trigo y  acompañada con salsa tártara fresca. Al morderlos se parten en dos con suavidad y el queso cae caliente aún cuando hayas humedecido un extremo con la salsa tártara tibia.
En ambos canapés tenemos diversas opciones. Los tostones cambian de acompañamiento y los tequeños cambian de queso.
Mientras probábamos estos platos, aprobándolos al 100 %, yo pensaba que posiblemente estas comidas provengan de la cultura originaria de América Latina. Que ha sucumbido los cambios y se ha mantenido a través de los cambios para ser patrimonio de la humanidad, y mientras seguía pensando esto, apareció en la barra la Hamburguesa Veggi. Y dejé de pensar, claro.
Aquí, en lugar de apostar por la soja o por garbanzo, el chef de Caracas propone en su lugar la cabeza de un hongo del mismo tamaño del pan casero con semillas de sésamo arriba. Lo acompaña con mantequilla, ajo, perejil, queso amarillo gratinado, cebolla caramelada, tomate y mostaza tradicional. Además, el plato contiene algunas pequeñas papas fritas con pimentón y sal con la opción de una mostaza casera picante de gusto similar al wasabi.
Esta Hamburguesa Veggi produce una combinación exacta, explosiva. La mostaza casera con el queso amarillo gratinado queda exquisita. El tomate mezclado con la cebolla caramelada hace un excelente equipo y la mostaza picante es genial. La combinación de gustos es tan fuerte y tan fresca que parece igual de imponente que la carne. Además, nosotros, acompañamos la hamburguesa con un Maracuchita Sabasnieve y un Mojito, y el gusto de la menta fresca acompaña excelente la comida en sus toques picantes de mostaza. El Maracuchita Sabasnieve (“Sabasnieve”, como una parte de la montaña El Ávila, aquella montaña verduzca venezolana) es de color rosa y una cereza la acompaña arriba dulce, y el trago también es dulce, el alcohol parece no sentirse, ideal para paladares suaves. Y también era un trago refrescante de calidad. Para paladares más fuertes probamos un Negroni de la casa, sahumado con canela prendida fuego sobre el vaso de whisky al frente tuyo en la barra. ¡Genial! Luego se cambia el gin por ron, dándole un gusto menos áspero y más dulce, y la canela tiene mucho gusto y le da olor fuerte y el trago sigue siendo fuerte pero más caribeño. ¡El criterio sobre todo!
Y mientras comíamos y probábamos todo esto charlando con Yayo yo olvidaba el tema de las culturas y de los alimentos y me sentía muy a gusto. Muy satisfecho y cómodo y sentía que estaba muy bien que pueda haber vuelto para hacer esta reseña. Tuve la misma intuición: aquí, en Caracas Bar, predomina la excelencia. Pero, a diferencia de los lugares donde hay excelencia, el clima es cálido y calmo.
“Solo la gente le pone límites a la felicidad” decía Hemingway. Es cierto. Y sólo la gente le pone límites a la excelencia, terminé pensando yo. La excelencia logra eso: que la energía se acomoda sola y las cosas salgan como deben ser. No puedo evitar ponerme filósofo: ¿de dónde sale esa energía? ¿Cómo nos alimentamos de ella? ¿Cómo la identificamos? Aún no lo sé. Pero intuyo que saber todas las respuestas puede convertir a un hombre en un imbécil. Con relajarse un poco y disfrutar, está más que suficiente. Y en Caracas, claro, sin ninguna duda, lo logramos.
Caracas Bar está en Guatemala 4802, esquina Borges, Palermo. Es totalmente recomendable y es una muy buena opción. Es de primera calidad, sin dudas nivel internacional, con precios accesibles,  y hace que dándole el puntaje de fin de nota, las demás reseñas que escribí parezcan falsas.
Info + Promos en su Fan Page:  https://www.facebook.com/CaracasBarBA
Su Web: http://caracasbar.com.ar/
Puntaje (de 1 a 5): 5 Estrellas ¡El Caribe vive!
3caracas
6caracas
5caracas
13caracas
12caracas
4caracas
9caracas
11caracas

link en: http://tangodiario.com.ar/53133-2/

Niwa Sushi: Del fondo del océano a tu plato

La esquina de “Niwa Sushi” brilla entre las calles arboladas de Devoto y desde lejos se ven las grandes letras blancas sobre el cartel negro reluciente en una calle diagonal que se abre a cuadras de la plaza central del barrio.  “Niwa Sush” trabaja con la modalidad  “delivery – take away”. Aún así sus dueños mantienen todo ordenado y reluciente.
“Somos cuatro amigos de toda la vida. Nos conocemos del secundario, en José Cubas y Fernández de Enciso, pleno Devoto” me cuenta uno de sus dueños, Ramiro Vecino, en una especie de sótano continuo a una escalera caracol de hierro brindando unas paredes blancas rodeando una mesa y un sillón -como quien dice “una sala de reuniones” en la parte inferior del local.
Mientras  tanto hagamos un poco de historia: el sushi, al parecer,  nació en China algunos siglos antes del nacimiento de Cristo. Y en sus comienzos habría funcionado como un simple modo de conservar el pescado en condiciones comestibles (recordemos que no había refrigeración). Un detalle de época: una vez que  el pescado estaba a punto de comerse, el arroz era tirado a  la basura.
“Nosotros somos cuatro: Santiago Racciatti, Nicolás Medrano, Francisco La Guardia y yo, Ramiro Vecino . Te cuento más: cada uno tiene su trabajo aparte, cada uno hace cosas distintas. Por ejemplo, yo hago jardinería en el Estadio Único de La Plata, Santiago trabaja en un local de ropa, Francisco en una Farmacia, Nicolás en una Consultora. Pero no dudamos en hacer este emprendimiento juntos” explica Ramiro.
En cuanto al Sushi que ofrecen, pude probarlo para la reseña. El pedido te lo sirven en unas cajas color negro y sus rolls se ven gruesos y decorados. Los olí detenidamente durante un tiempo. Y el aroma es fresco (“un detalle” que te podría costar la salud). Y realmente es fresco. Además el pedido viene junto a los palillos envueltos en sobres blancos con tiras verdes junto dos paquetes de salsa de soja y una de salsa “Tariyaki” (salsa de soja con vinagre, azúcar, maicena y abundancia de semillas de sésamo).
Esta salsa, la “Tariyaki”, es para acompañar el “Hot Tataki” (un roll caliente de tartare de salmón con queso y verdeo, envuelto en alga Nori rebozado y… ¡sin arroz!).
Además probamos el  Rol clásico “New York Phila” (Salmón, queso y palta) y tres variedades de rolls especiales: “Rainbow Niwa” (Ebi Furai y queso, cubierto de salmón, langostino, pesca del día y palta). “Salmón al cuadrado” (tartare de salmón con palta, cubierto de salmón flambeado y salsa teriyaki) y “Devoto” (Ebi Furai, Queso y Palta, Cubierto de Salmón Ahumado con salsa Nikkei).
Pero antes de decirte cómo estaba el gusto, sigo la historia de su origen. El sushi salió de China para llegar a Japón donde aparece su primer registro oficial cerca del año 700: El sushi (todavía un modo de conservar el pescado) se usaba entonces como pago de impuestos. Pero fue luego en el 1600 cuando el cocinero Yoshiichi tuvo la idea de preparar el arroz con vinagre al azúcar. Todavía allí el sushi contenía el pescado cocinado y cocido y generalmente era bañado en salsa de soja para preservarlo. Pero desde el agregado del vinagre de azúcar al arroz, la receta cambió para siempre.
“Yo estudié gastronomía” me cuenta Ramiro ” y siempre tuvimos la inquietud de poner algo en el barrio, que nos encanta.”
“Y viendo que posibilidades había y  que tiempo teníamos, nos dimos cuenta que esta era una esquina que siempre nos había gustado y hacía mucho tiempo estaba cerrada porque local se había prendido fuego” entonces Ramiro se levanta del sillón y me señala una pared totalmente negra de pies a cabeza y me explica “eso es humo” y después me señala las demás paredes de un blanco impecable “todo lo otro lo hicimos de nuevo. Esa la dejamos para recordar cómo lo agarramos”. Se vuelve a sentar en el sillón. “Cuando entramos, esto era una cueva, y ponerla a punto fue un desafío gigante. Mucho laburo, muchas ganas. Después de seis meses de trabajar a contratiempo lo abrimos con la propuesta del sushi.  ¿Qué porqué sushi? Porque  nos gusta la historia que tiene, su cultura.”
“Devoto nos encanta. Nos enamoramos de esta esquina. Y así fue. La gente lo reconoció enseguida. Era una esquina muerta, apagada. Y sorprendimos mucho. Los vecinos que todavía no conocíamos, en el barrio, se  terminaron de hacer conocidos nuestros. Y si algún lugar queríamos apostar era acá, en Devoto”
La pasión se refleja en el producto. Siguiendo a mis sentidos, la presentación del plato de “Niwa Sushi” se muestra formal. Aquí se desea brindar calidad. Una vez aprobado el fuerte aroma fresco, vamos por el gusto. El roll clásico sabe muy bien. El vinagre está en su punto justo y la consistencia es abundante. Sigo encantado por el roll caliente. Su color y textura. Bueno, decido probarlo. El “Hot Takaki” se humedece en su salsa especial inundada de semillas de sésamo. ¡Y que grata sorpresa! Es sin duda un plato fuerte. Su gusto es muy sabroso, muy alto, y se hace imposible probar solo uno. ¡Lo digo en serio! La fórmula es, en sí, ganadora. Muchos sabores, todos muy fuertes, muy complementarios. No hay gusto a pescado –como predominan los sushis- sino que la mezcla es extraña, con la textura caliente y la salsa Tariyaki que puede llegar a parecer de soja con algo de picante suave. Todo esto logra que este Roll se lleve el premio. Todo es excéntrico en él. ¡Hasta se come caliente! Sigamos con los otros tres Rolls.
Probé la opción “Devoto”. Para mí el queso y la palta siempre se unen con gloria. Aquí también es donde la mano del Sushiman se hace valer. Buena proporción dentro, buena medida, buen arroz, los rolls cortados gruesos, otro buen punto.
El salmón de todos estos rolls estaba muy fresco. Con su punto salado muy latente. El gusto se acerca a la parte trasera del paladar donde suelta su gusto más fuerte y su aroma, perdurando incluso durante días.
El sushi tiene que gustarte, pero una vez que te gusta no podés comer cualquiera. “Niwa” busca calidad. El langostino es fuerte y acompañado del salmón de gusto salado generar una buena mezcla con el arroz avinagrado abundante. La consistencia de los rolls es buena. Y tanto con salsa de soja como solos, el gusto predomina, y llena.
Yo recuerdo que lo que terminó de hacer sushi al sushi fue cuando, hace aproximadamente 100 años, luego del arroz en vinagre de azúcar, el chef japonés Hanaya Yohei se animó a agregarle pescado crudo. Recordemos que todavía se comía con el pescado cocido. Esa revolución propuesta por el arriesgado Yohei (en su época lo habrán tratado de demente) hizo al sushi que hoy conocemos nosotros y que es propiedad cultural de la humanidad entera.
Pero volvamos al presente. En este sótano de paredes blancas sobre un sillón al lado de una mesa enfrentada a una pared negra de humo. La cueva ya rebalsa vida. Y yo tanteo a Ramiro Vecino preguntándole por las expectativas actuales.
“¿El futuro del local? Esperamos que excelente. Esperamos lo mejor y tenemos muy buena respuesta. No queremos convertirnos en cadenas de sushi. Cuidamos mucho el producto y la gente lo sabe. Wallas, nuestro Sushiman, tiene una experiencia increíble. Fue uno de los pioneros del sushi en Argentina. Ya van a ver el producto cuando lo lleven. La caja, la presentación, el gusto. Todo muy cuidado.”
Estoy de acuerdo: El sushi debe estar hecho con cultura, con criterio, con abundancia. Sino vuelve a su antiguo origen de “conservar el pescado dentro”, y no es la idea. En cambio el sushi de “Niwa” tiene calidad y consideración. Tiene mucho riesgo. Ellos lo saben. Y yo adoro el riesgo.
“Niwa Sushi” queda en AV. LINCOLN 3700 – DEVOTO
La carta con sus precios están actualizadas online en: http://www.niwasushi.com.ar/
Puntaje: 4, 5 Estrellas. (de 5)
Fotos por www.facebook.com/etaminph
sushi
link en: http://tangodiario.com.ar/resena-de-niwa-sushi-del-fondo-del-oceano-a-tu-plato/

Reseña: “Nocturno Hindú” de Gabriela Izcovich

La puesta escénica de la obra literaria de Antonio Tabucchi es re estrenada en el barrio de Almagro en pleno corazón porteño.
La dramaturga, directora y actriz Gabriela Izcovich baila entre la oscuridad del escenario al son de tambores secos sonando desde lejos. Su vestimenta hindú y su postura erguida la hacen ver misteriosa. Sus movimientos parecen ser de una fina medusa que, al mismo tiempo activa y pasiva, logra transportar al espectador a otro mundo: Uno de sueños, de oscuridad, donde reina el inconsciente. En esta misión Izcovich no está sola, sino junto a los actores Alfredo Martín y  Agustín León Pruzzo. Entre ellos, bajo el mando de Izcovich nos empujarán al mundo onírico de “Nocturno Hindú”. Y, como un colchón debajo donde entraría cómoda mucha gente, el texto original fue escrito por el famoso escritor italiano Antonio Tabucchi.
Pero Gabriela Izcovich tiene experiencia en la adaptación de literatura al formato teatral. No sólo por su premiada adaptación de “La música del Azar” de Paul Auster, sino que la misma “Nocturno Hindú” estuvo en cartelera en la década del noventa ganando premios y siendo elogiada por el mismo Antonio Tabucchi entre otros en su gira por Europa. Hoy, 15 años después, la historia se repite: María José de Lancastre, esposa del ya difunto escritor, apoyó el re-estreno. Se huele en el aire: Izcovich busca reencarnar épocas felices, llevar a una generación nueva de espectadores hacia la búsqueda inagotable, insaciable, donde el Alma dormida -en forma de cuerpo, de sombra y miedo- busca a tientas encontrarse en su forma más pura e inocente.
“Nocturno Hindú” es la historia de un hombre que busca por la India a un tal Xabier. Motivado y despistado por pistas falsas que lo llevan a la escena marginal de Bombay -prostíbulos, callejones, pabellones sórdidos de salud pública, hoteles precarios. ¿Porqué él busca a Xabier? Lo desconocemos. Solamente se nos permite observar un fino hilo, siempre a punto de cortarse, que mueve a nuestro personaje de su confort Europeo hacia un mundo nuevo que refleja sus temores como un espejo frágil partiéndose en miles de pedazos.
¿Cómo representar a la India, un país de miles de millones de habitantes, en un escenario negro y rectangular en el barrio de Almagro? Aquí Izcovich desenvaina recursos. Trabajo de luces, cambio de tiempos y de personalidad en los personajes vistiéndose y devisténdose cambiando el tono y el acento de su voz, la insoportable impaciencia de no saber que ocurre, algunos elementos de escenografía que según su lugar cambian de valor logran que, al final, Izcovich lleve al espectador de Bombay hacia sus alrededores, como en un tren fantasma. Pero ella también es una partidaria de elevar el estado de conciencia del espectador, y claro: no terminaría su “Nocturno Hindú” sin aquella apuesta, donde las luces cambian lentamente en un monólogo emocional brillando en los ojos de sus actores, mientras la tensión se mezcla con la relajación y el tono de voz sube y el espectador siente que las dimensiones a su alrededor cambian mientras uno parece elevarse de la butaca…
“Nocturno Hindú” es una obra para los amantes del teatro y, desde ya, para los amantes de la literatura. El contrapunto cultural con las costumbres de la India enriquecen la obra. Antonio Tabucchi y Gabriela Izcovich lo saben, y exponen un abanico de información. Las castas culturales, las ofrendas religiosas, el saber y la ignorancia del alma y del mundo material, logran aportar interés en esta búsqueda incesante de un hombre perdido, solo, quebrado, siguiendo la huella dispersa de un amigo que podría simbolizar el Alma. Un Alma guiando aquello que llamamos Realidad, llevándonos siempre hacia el corazón precioso y fértil del Misterio…
Duración: 65 minutos. Los sábados 23 horas en “El Portón de Sánchez” (Sánchez de Bustamante 1034, CABA). Para reservas: 4863-2848 , Web: http://www.elportondesanchez.com.ar/

link en: http://tangodiario.com.ar/resena-nocturno-hindu-de-gabriela-izcovich/

Probamos la nueva carta de “El Emergente Bar” de Abasto

La casa cultural más fiel del circuito porteño actualizó su carta de comida y fuimos hasta allí para probarla.
Ubicado en pleno Abasto, el bar empezó como un emprendimiento para cultivar el ambiente cultural de Buenos Aires. Si bien desde los años 70 Argentina tiene su escena artística alternativa, ningún espacio cultural nació tan de abajo y creció tanto, y se mantuvo tanto y generó tantas expectativas como El Emergente Bar.
Su nueva carta no sólo renueva el diseño sino que contiene nueva oferta: Pizzas y Pizzetas, las Canastas y, como tercera opción, Tapeos -Papas Bravas o Bastones de Muzarella o de Pollo.
Mientras esperábamos el pedido (Canastas vegetarianas y veganas y una de pollo, Bastones de Muzzarella y las Papas Bravas con sus acompañamientos) veíamos gente entrando y saliendo de todos lados mientras detrás nuestro había una exposición de dibujos y pintura. Era miércoles, día del eterno Rockellin (el evento madre de El Emergente Bar) donde pasan un sinfín de artistas de todos los estilos cada miércoles. El Rockellin tuvo distintas fases –desde un evento de poesía pura, a rock callejero, a la puesta teatral de las jirafas y luces de colores- hasta llegar, en este 2016, a la apuesta del encuentro: El actor Uner Sbriller interpretaba aquella noche a Roberto Galán (con su bigote y pelo blanco) y unía parejas mientras sus secretarias brindan un montón de pequeñas tuercas y tornillos dentro de un recipiente: allí cada pareja –formada por conocidos o desconocidos- debían tomar al azar un tornillo y una tuerca, y de congeniar entre sí la pareja debía darse un beso mientras Roberto aclamaba: “¡se ha formado una pareja!”.
Llegó la comida: una presentación sobria. La consistencia casera brilla y la sensación es de abundancia. Las Papas Bravas (papas cortadas a lo largo al horno con su cáscara y condimentadas con orégano y ajíes) tienen una mayonesa casera de ajo (“alioli”). La mayonesa, fresca y justa, estaba bárbara. Los Bastones de Muzarrela tenían una salsa de ajíes y cebolla al estilo criolla. Pero no se asusten: aquella otra salsa también estaba bien. Era de un picante justo.
Lo admito: tengo una extraña debilidad por el Rockford y la Canasta de Rockford estaba perfecta. Era un queso de calidad y como todo lo demás prevalecía la frescura y el toque hogareño y generalmente eso podría ser todo lo que una persona pueda buscar en la vida. Imaginen que todo roseado de cerveza y arte produce un combo perfecto.
Podías sentir el queso caliente dentro y la amargura salada del Rockford trepándose a tu paladar. La masa se entregaba sin oponer mayores resistencias y pocas, muy pocas, gotas de aceite, ayudaban a desarmar la comida para que exprese sus propiedades.
Detalle: el Pollo no estaba triturado como generalmente te lo venden sino que estaba trozado a cuchillo y cocinado con templanza, dándole la sensación de hervor, acompañado con cebolla de verdeo. Abundante, muy abundante, y con un olor a huerta que suma.
La Canasta de Caprese y la de Humita (opción vegana) estaban presentadas con nueces partidas sueltas arriba. Otra vez, bien el queso, pensé, bien la elaboración, pensé, bien la consistencia, observé. Sólo nos quedaba la de Humita, sola alejada en un rincón mirándonos con gesto inocente. Obviamente todo aquello era comida para cuatro personas, y nosotros éramos dos, pero fuimos por ella. Una calabaza triturada al punto justo escondía choclos dulces. El dulzor se sentía suavemente y  la masa sostenía todo humildemente, cocinada al punto justo (¡cuantas veces nos han dado los bordes quemados en cualquier-bar-del-mundo-siempre!). Esto era otra cosa. La cocinera estaba desde ya agregándole conciencia y atención. Las presentaciones lo expresaban y los gustos lo expresaban y uno sentía que todo valía lo que debía valer.
Como la temática de todas las personas que van al bar, la carta es alternativa. Y claro: nadie iría a El Emergente a comer caviar, pero tampoco irías a comer caviar a un McDonald’s… lo que quiero decir: la carta está a la altura de la propuesta. La cultura alternativa. Que demanda voz, sacrificio y esfuerzo. Pero también disfrute, goce y abundancia. En aquella noche con aquella carta lo sentimos con claridad y podemos recomendarlo una y mil veces más.
El Emergente Bar está en Gallo 333, Abasto :
Y en Acuña de Figueroa 1030, Almagro:
Pizzas desde: 100 $
Canastas desde: 25 $
Tapeos desde: 70 $
 Puntaje (de 1 a 5): 4,5
Foto: por Etamin Ph (www.facebook.com/etaminph)
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