viernes, 16 de enero de 2015

Relato: "La Burra" para Magazine Delicacy de España

Un vaso de ron y las nocturnas de Chopin. La mejor terapia después de trabajar todo el día yendo de acá para allá. Ando agotado. Hace años que no trabajaba de día moviéndome de un lugar  a otro entre las personas de la ciudad. Una locura. Neurosis, estupidez, ansiedad. Y uno queda así: neurótico, estupido, ansioso. Pero ya. Hay que volver al ruedo. Otra vez la calle llama y el trabajo aparece y es la mejor forma de pagar el alquiler y seguir avanzando con lo de uno. Ahora mi nuevo oficio: electricista. Ir de casa en casa, de doña en doña, de portero a portero. En realidad estoy asistiendo a un amigo electricista. Él piensa todo, yo lo ayudo. Y así se va pasando el día. Aveces rápido, aveces lento. Pensar que era yo quien se había llevado a marzo el taller de electricidad en el primer año del secundario. Pensar que toda mi vida mi madre me grabó en la cabeza “no sos bueno para las cosas del hogar. No sos práctico”. Yo siempre supe que eso era mentira. Una proyección. Su padre era el inutil. No yo. Nunca me sentí identificado con eso. Al contrario. Y luego vino esa mujer. Una sanadora, curadora, pitonisa, nose. Yo estaba haciendo el curso de psicología transpersonal. Y ella sin conocerme sentada frente a mí diciendome verdad tras verdad. “Vos sos así, así y asá”. Todo muy claro, concreto. “Sos un viajero. Esta vida para vos es un viaje.” y mientras me preguntaba yo mismo cómo es que ella sabía que yo era mochilero, continuó: “viajaste por la ciudad, viajaste por la provincia, ahora tenés que salir del país. hacelo. andate. vas a viajar por todo el mundo”. Una cosa íncrieble. ¿Cómo intuía ella que por esos días me habían invitado a dar un taller de escritura en Chile? ¿Cómo sabía que estaba pensando en cómo irme de viaje a Europa? En fin. Dijo muchas cosas más. Todas interesantes y verdaderas. Yo necesitaba que alguien me lo diga en la cara. Pintando un mandhala ella siguió bajandome informacion: “sos pasional, practico. Sexual, ganador, y por eso agresivo, pero también sos lo opuesto: el romántico, idealista, el poeta”. De no creer. Bueno, y en fin. Fue algo interesante. Todavía sigo digiriendo toda esa información.
De todas formas no todo anda bien para mí. Sigue esta eterna lucha contra la ansiedad. Pierdo el control y me vuelvo un estupido y un idiota y pierdo así amigos y parejas y trabajos. Aveces las cosas se acomodan. Aveces no. Pero de todas formas hay mucho progreso. Cada vez ando mejor. Antes tenía que irme a dormir con media botella de whisky encima. Ahora al menos identifico rápido esa ansiedad y la controlo. Una vez el Gaita, un amigo mío, me dijo algo muy interesante de la ansiedad. Para eso tuvo que explicarme la teoría de la relatividad de Einstein. Este amigo  es un genio. Químico que se transformó en camionero. El tipo me explicó la teoría durante un rato. Concluyó diciendome “Nada puede ir más rapido que la luz. Eso significa que el mundo, el Universo, el Tiempo, tiene una velocidad determinada. Si vas más rapido que esa velocidad, es enfermedad”. ¿Da qué pensar? Con él tuve de las mas grandes conversaciones de mi vida. Yo tenía 18 años y él 38. Después de trabajar por la ciudad con el camión nos sentábamos en los sillones de su casa y fumabamos toda la tarde. De fondo sonaba algun disco o radio. Me acuerdo esa tarde que entraba frío de anochecer por el mosquitero de la ventana mientras él me hablaba desde su sillón.
“Fede, la vida es como una burra salvaje. Es un animal, un ser que hay que domar. La burra siempre está ahí, esperándonos, briosa. Vos tenés que ir y domarla. Subirte encima y hacerla caminar. El común de la gente vive en su mente, bloqueda. Se para en frente de la burra y se dicen “voy a subir y domarla, voy a tenerla bajo mi control y voy a caminar por acá y por allá y después voy a cruzar ese sendero y le voy a dar de comer y después de descansar…” y así se van de pensamiento en pensamiento imaginándose todo. Lo planifican. Pero no lo hacen. Porque viven en su mente  mientras la burra está al frente de ellos esperando. Y así se mueren, con los ojos cerrados, ignorándola. Vos Fede tenés que salir de tu mente e ir y subirte a esa burra briosa. Te vas a caer, porque es más fuerte y vieja que vos. Pero vas a tener que levantarte una y otra vez, hasta que puedas domarla.”
Ahora él me alquila este departamento donde vivo y cada comienzo de mes me junto en su casa para pagar el alquiler. Este es un lindo departamento. Monambiente. Luminoso, en el barrio duermen la siesta y los vecinos son tranquilos. Todo anda bien. Aveces la soledad se me hace pesada, pero creo que es mas que nada la ansiedad. Y aveces me pregunto, ¿qué hago acá, en la ciudad, varado? Habla el viajero desde adentro de mí pidiendo que le de lugar fuera en el mundo. Y es la verdad. ¿Qué hago en esta gran ciudad de gente neurótica, mal soñadora y desesperada? ¿Qué hago donde las mujeres dudan tanto que es mejor ni mirarlas, donde ellas llevan la neurosis y el miedo a flor de piel? ¿Qué hago donde todos quieren domar al otro, donde la competencia es salvaje, idiota, sin sentido? ¿qué hago donde la gente se divide en dos bandos: achanchados o desesperados. Qué hago entre edificios, olvidando el cielo? No lo sé. A lo mejor esté esperando algo. Quizás esté dandome el aire que necesito para hacerme bueno en lo mío -Este es mi oficio. El escribir, el arte, el sentir las cosas que pasan al rededor y darle forma. Estoy haciéndolo, sin que nadie me explique cómo. Bueno. Si. Como domar la burra. Como caerse una y otra vez y volverse a subir. La fuerza se hace a voluntad sin que nadie te pueda demostrar cómo hacerlo.
De fondo suena Chopin. Paso a Liszt. El ron baja por mi garganta. Atrás quedan los viajes, la calle, la neurosis, la gente, el histeriqueo, la pitonisa, la burra… todo se esfuma y en el aire a mi alrededor siento la tranquilidad de estar en lo cierto: no importa cómo, no importa porqué. Yo lo se. Hay algo que me está soñando. Sólo soy un recuerdo de algo más. Cierro los ojos y tomo un trago. Es mejor descansar. Mañana hay otro buen día largo de trabajo. Afuera la ciudad chilla y no me importa. Así está bien.
 
 
by Fede Frisach
el 6 del 12 de 2014

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