martes, 16 de septiembre de 2014

Relato: "Impregnando todo de mí" (Magazine Delicacy - España)

El sol brillaba bello en el mediodía y yo caminaba por las calles de la ciudad suelto y alegre. Vestía unas bermudas de jean y una camisa acuadrillé desabrochada cerca del cuello sin remera debajo.
Había dejado a una mujer en la estación de bus. Ahora ella iba camino a su casa y yo regresaba a la mía. Segunda cita. Empezamos cerca de las diez de la noche en mi departamento. Cenamos algo y tomamos unas cervezas y charlamos y puse música. Ella vino vestida para seducirme. Pero con artillería barata. Y eso me gustaba. Un pantalón ajustado al cuerpo y una musculosa finita color blanca. Nada de perfumes ni maquillajes, ni producciones pretenciosas. Una mujer simple y relajada. Nos entendimos.
Al otro día amanecimos cerca del mediodía y desayunamos. Yo debía empezar mi sábado y ella el suyo. Dos vidas distintas que sólo se conectan por momentos. Eso bastaba.
Así pasaban los días. Si bien no me sentía en alza las cosas iban bastante bien. El panorama siempre parecía mejorar. Joven, 24 años, productor de eventos, músico, poeta y escritor. Ahora me ganaba la vida haciendo esas fiestas con bandas de música en vivo. También trabajaba para el sitio web. Tenía que elegir unas obras de teatro e ir a verlas y escribir una critica positiva. También pasaba mi tiempo leyendo y haciendo tarot. Mi intuición estaba afilada pero debía domarla. Meditaba todos los días y leía sobre terapias experimentales, talleres que parecen locuras y teorías que rompían moldes. Estaba fascinándome con Carl Jung y Alejandro Jorodowsky.
Ese era yo. Caminando al sol. El escritor ganador. Ganador por lo menos durante aquel sábado al mediodía. El Sol arriba estaba hermoso y la vida parecía sonreírme. Ellas estaban siempre ahí, conmigo. Chicas que entraban y salían de mi vida fugazmente. Pero había en todas -y también en mi; por eso podía verlo- una terrible soledad aplastante. Una constante búsqueda de conflicto y confusión que mantenía al mundo entero distanciado y solitario. No lo se. Quizás era sólo una sensación. Una sensación de joven. Y yo necesitaba crecer. Fortalecer mis raíces de ahora en más. Ver las cosas desde otro punto de vista. Aceptar al mundo y decirle “Este soy yo. Aceptame como yo lo hago contigo”.
Si. Quizás todo era una situación de joven que caminaba tranquilo bajo el Sol sintiéndose un cachorro de león fuerte y lleno de vida. No sé hasta que punto era sólo un estúpido viviendo con sus propias leyes. Y en ultimas instancias así me sentía. Quizás sólo debía aceptarme a través de los demás para que las cosas duren más a mi alrededor.
Caminé tranquilo hasta mi departamento. Adentro me saqué la camisa. Salí al balcón y olí mis axilas. Entré de nuevo al departamento y puse una canción. Dentro de mis metros cuadrados era el león indiscutido. El campeón vencedor. La cama olía a fragancias, la mesa a escritura, el ambiente a música. Todo era hermoso. Todo dejaba impregnarse de mí. Subí el volumen y canté un poco. Tomé un trago de agua. La botella estaba fuera de la heladera, así que estaba a temperatura natural. Le puse la tapa y la guardé en la heladera detrás de una olla con sobras de arroz. Me dispuse a empezar mi sábado. Mi sábado propio, entero, íntegro de mi.

by Fede Frisach
http://magazinedelicacy.com/variete/impregnando-todo-de-mi/
13 - 9

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