miércoles, 12 de noviembre de 2014

Relato: "Eso es el Under" (Magazine Delicacy)

Todos los del under estaban ahí. Una serie de tipos raros y mujeres extrañas, lentas. Yo estaba sentado solo en la barra tomando Campari mientras ellos pasaban a mi alrededor. El ambiente artistico del under es incrédulo. Algo de neurosis y sobre todo mucho esfuerzo por demostrar que son alguien o que tienen calle. Pero una persona con calle no habla de la calle. Es como la eyaculación precoz: Un hombre que no eyacula precozmente no va por la vida aclarando que no es eyaculador precoz.
Tenía que hacer presencia por motivos de negocios aunque ya tenía ganas de irme. Me hacía acordar cuando trabajaba en ese otro bar cual iba todas las noches de toda las semana salvo los domingos y lunes donde me la pasaba acostado, cansado, destruido del cansancio. Trabajar de noche fatiga muchisimo.  Pero conseguía aveces una noviecita y me la pasaba con ella comiendo y encamado y mirando televisión o escuchando música. Pero después tenía que volver al trabajo. Ir todas las noches a ese antro oscuro donde los artistas se movían como si fueran estrellas en una noche nublada. Quiero decir, en esa época yo estaba comprendiendo que un artista underground era un empresario, o un conductor de televisión de horario estelar,o un alejandro sanz, o un ricky martin, frustrado. Salvo excepciones -que vale la pena conocer- de locura real, de espiritu salvaje y de arte sincero, todo lo demás es tumulto. Alrededor de un gran artista hay al menos 20 subnormales que adoptaron todos los clichés. Yo me daba cuenta que no importaba la clase social. Seas pobre, rico, muy rico, extranjero, mujer, hombre, andrógino… no importaba. Todos estaban inundados por el mismo gen. Había una tendencia al alcohol, a la violencia, al sexo promiscuo, a la locura. Claro que solamente podían llevar a cabo la violencia -son, generalmente, maleducados-, y quizás aveces su afición al alcohol sólo cuando conseguían algo de dinero para comprarlo. Del sexo y la locura, muy poco.  La realidad es que yo trabajaba ahí como encargado del bar y a escondidas escribía poesía y quizás había sido el único en todo el bar que había vivido del arte. Tocando el bajo, componiendo, produciendo. Pero me había cansado de la Industria musical y la había dejado. Estaba en una constante búsqueda, como quién dice. Y me manejaba por intuición rompiendo mis propios esquemas mentales y lógicos.
En ese bar lleno de artistas, musicos, pintores, actores, etc etc etc, yo sentía que para ellos yo no era un ser humano, porque para ellos yo no era un artista. El cliché se percibe al igual que una mujer materialista: o tienes dinero, o no tienes dinero. Dicho de otra forma: “o sos de los nuestros, artista” frente al  “no sos de los nuestros, no sos artista”. El hecho es que ellos para colmo hacen un arte pésimo, sin convocar personas, sin calidad, ni técnica, ni belleza alguna. ¿Qué es el arte sino? Y encima se creían mejores que los otros tontos que andan trabajando día y noche en el mundo para ganarse el pan. ¡Yo prefiero una mujer tonta, que atiende una tienda de ropa, y ve televisión todos los días, a una mujer cliché que está metida en el ambiente del arte! Lo malo está que la tonta que trabaja en la tienda de ropa puede asustarse de la locura con el paso del tiempo. Pero, las del arte, las cliché, no resisten ni diez minutos: sólo buscan clichés. Y donde hay arte, donde hay búsqueda, hay locura. En el tarot, la carta sin número “El Loco” simboliza tanto el perdido, el vagabundo, como el genio. Entre Diógenes el linyera, y Einstein el físico, sólo hay un paso de distancia. Es la misma madera. Una, util para la sociedad, la otra, inutil.
Vale decir que yo probé de todo y encontré dones maravillosos en todo tipo de personas. La potencialidad humana es algo increíble, impensada. Cada ser es realmente bueno en algo. Cada mujer contiene la fuerza total de la fecundidad. Cada hombre contiene la fuerza total de la acción. ¡Y yo siempre vivía rodeado de personas! Aun en nuestras diferencias, me alimentaba de ellas. Me fascinaban. Aún así esto era en secreto, ya que cara a cara no podía encajar. No había forma. Y ahora estaba sentado en la barra de este enorme lugar donde casi todos los artistas under desean llegar. Muchos se resisten, claro. Éste lugar es otro tipo de cliché que el de aquel bar oscuro donde trabajaba. Es tres veces más grande, entran tres veces más personas, es tres veces más conocido, tres veces más exitoso. Acá la cosa es mas picante, porque son chicos “bien”. Quiero decir, familias muy acomodadas. Y esa gente tiene sólo un problema: no dudan. Viven en un estado de obviedad horrible. Son idiotas, tontos, bobos, y no dudan porque representan todos los valores comunes del mundo. Antes, cuando yo era chico, me asustaban. No porque sean fuertes, sino porque su mirada no duda: si te ven distinto, te alejan sin titubear, te denigran, te toman como inferior. Porque representan la Vida achanchada en su estado puro, moldeada. En cambio hace unos años empecé a usar los métodos de la calle. No entregar mi espacio, mi terreno. Con una sola mirada basta. Como la otra vez que iba en el autobus con ese grupo de chicos acomodados bien vestidos y perfumados. Eran cuatro. Un líder con su cómplice -el que se burla de todos- y dos subnormales callados que todo el tiempo le avisaban lo que hacían o pensaban a su líder y a su súbdito. Entre ese grupo había un forajido. Era obvio que no era amigo y que estaba con ellos de casualidad. Parecía nerd, quizás de los que arreglan ordenadores o algo así. El nerd empezó a despedirse porque se bajaba antes -era obvio que no era del grupo- y el subdito empezó a agradecerle por todo, a decirle que era un buen muchacho, pero con una insistencia insoportable: lo estaba burlando. El nerd se bajó y el subdito empezó a burlarse de una pareja que iba acostada dormida, y luego empezó a buscar con la mirada a otra víctima en el autobus. Yo estaba cerca de ellos, recostado sobre mi asiento. Lo observo, me observa. Y lo veo claramente, y se lo hago sentir: ¿cómo este subnormal, vestido con nose cuánta fortuna en ropa, perfumado con nose qué fragancia, rodeado de otros 3 idiotas, feos,  peinados imitando la moda europea, se puede hacer el campeón, si está con sus amiguitos yendo a un boliche a pagar una entrada carísima por tener acceso a un galpón oscuro donde pagará un montón por alcohol con la ilusión de darse un beso con alguna chica de igual o peores condiciones? No quiero ser malo, pero…  ¿Cómo él, rodeado de estos subnormales, con semejante realidad, va a reirse de alguien?
Él me miró y automáticamente dejó de hacer burlas. Se quedo calmo al lado del líder  y después empezó a hacer flexiones de brazos mientras sus amigos contaban cuánto iba. En fin. Así está a cosa. Y él, al verme, se acomodó. Yo seguí acostado escuchando música. Ellos, confundidos, se bajaron  una parada antes que su destino porque tampoco saben sumar los números de las calles. Yo me bajé luego y vine tranquilo a mi casa a dormir en mi cama recordándo que al otro día iba a venir una hermosa morocha a mi casa a pasar el fin de semana. En fin.
Creo que leí alguna vez algún poema zen sobre la compasión al tonto. Sobre que, cuándo más se comprende, más distancia parece haber con el otro, pero en realidad más cariño hay, mas compación, más cercanía. Porque uno los empieza a ver con el corazón, y deja así la propia mente tomar la fuerza necesaria. Ellos seguramente no tienen ni idea qué es el zen, ni la compasión, ni el cariño. O al menos no demuestran saberlo. A mi no me importa, las personas aveces te pueden soprender. ¡Aunque sea para bien!
Recordé todo eso sentado en esa barra tranquilo tomando el Campari. En un momento lo dejé a un lado mío y, cuando quise tomarlo de nuevo, el barman me lo había sacado y lo había arrojado a la basura. No me importó. Son cosas que pasan. Me levanté, fui hasta el patio delantero, respiré un poco de aire, miré a la gente hablando, me aburrí, y me fuí. Ya vendrán mejores momentos


by Fede Frisach, 8 del 11 de 2014
link  http://magazinedelicacy.com/variete/esto-es-el/

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