sábado, 2 de mayo de 2015

Del Idiota a la calma ( Magazine Delicacy)

Creo que en la escritura la locura sirve para mezclar la mente del escritor con la locura del mundo. Ambas se disputan una hoja, un párrafo. Ambas quieren darle sentido a algo nuevo. El lector es la conciencia que observa el conflicto, y quien, al final, decide con su vara quién es el vencedor.
Lo cierto es que quien no está cerca de la locura, difícilmente pueda escribir o hacer arte. Parece un axioma. Y lo es: el arte es el proceso en el cual una mente pierde toda instrucción social. Ahora; está el arte des-armónico, infantil y de consumo, y el arte bello, armónico y placentero. Sospecho que éste último también pueda ser de consumo, aunque parezca más difícil.
Pero sin duda la locura es parte del proceso. Eso lo sabía. Y estaba seguro de algo: yo prefería el arte en todas sus formas. Era en donde respiraba, donde comprendía las cosas, mi oficio, mi voluntad de vivir, de comprender y de avanzar. No encontraba otra forma de estar vivo.
De todas formas llevaba mi vida adelante. A veces el despertador sonaba temprano y a veces sonaba cerca del mediodía y todas las mañanas venían llenas de meditación y arte y a veces algo de sexo. El sexo es un mundo infinito de meditación mutua. Un trabajo en conjunto. Debe ser carnal, debe ser grotesco y sucio, y es la única forma en la que debe ser. Nuestro aspecto animal embelleciendo la conciencia que se encuentra con el goce. Mis 25 años valían por 80 pero de todas formas sólo eran 25 años, al fin y al cabo, y lo vivía con todo ese vigor.
Un día suena el despertador y me noto sin teléfono, sin internet. ¡Justo que estaba probando con ese trabajo llamando a los viejos para ofrecerles el trámite de jubilación! Y después estaban todos los eventos encaminados que debía seguir llevando. No podía darme el lujo de no tener internet, esa era la verdad. Así que viajé hasta la casa de mi madre que estaba de vacaciones y empecé una seguidilla de llamados y reclamos que terminaban en música de espera y un idiota respondiéndome que todo estaría bien el otro día aunque los días pasaban y nunca se arreglaba en el otro día. Y siempre respondían lo mismo. Pendejos inútiles idiotas de mierda… pero… no me hagan caso. No tengo que enojarme tanto. Bueno, o eso me dijo hace poco aquella curadora del kin maya. Yo estaba en una terraza bohemia hippie bajo las estrellas y ella sentada frente a mí leyéndome de su libro y explicándome mi kin maya. Nunca me lo habían dicho o hecho, yo estaba algo descreído por la manada de subnormales que creían en esas cosas, pero ahora me estaba ocurriendo a mí y yo me estaba dejando llevar  y estuvo bien así. En cuanto al enojo me explicó esto: que yo me enojaba muy fácilmente y el enojo me cerraba caminos y puertas. Que eso ocurría por mi característica de Dragón Rojo Autosuficiente y que debía ser paciente. Yo recuerdo la cara profunda de esa mujer mientras la luna llena arriba golpeaba su rostro y me relajaba dejándome llevar por la calma. Todo en ese lugar parecía un sueño. Después me acosté boca arriba con una mujer y miramos el cielo y yo le explicaba sobre la teoría amazónica de la ilusión: Todo es un sueño, una ilusión, por eso mismo, ante cualquier hecho de tu vida ordinaria podés preguntarte “¿que haría si esto fuera un sueño?” y entregarte así a nuevas emociones, nuevos pensamientos, nuevas acciones que también serán un sueño pero que, al menos, serán la expresión de Algo Más…
Y después pusieron esa película. Imágenes de África en HD. Elefantes, viejos, niños, animales corriendo en cámara lenta, mujeres casi desnudas abrazadas a leones durmiendo con sus grandes melenas. Era interesante. De fondo sonaba algo de música espacial y una voz ronca soltaba frases sueltas: “All Is a Dream…”,Your Mind must Forget When You Are…”, cosas por el estilo. Increíble. Y arriba la luna brillante y yo controlando mi respiración, sumergiéndome en un trance mágico: sin duda todo es un sueño… De fondo sonaban esas flautas y esos cuencos y arriba la luna seguía alzada y toda la terraza parecía una nave que se dirigía hacia ningún lado. Yo entre todos aquellos pibes, simpáticos pero algo confundidos, que sin mucho rumbo van por ahí predicando el calendario Maya, y mi conciencia en ese estado de trance observando como mi respiración iba bajando poco a poco hasta hacerse suave y tibia como una nube que pasaba entre el cielo nocturno para perderse de vista en la inmensidad…
En fin. Nunca me arreglaron el servicio. Quiero decir, los del teléfono y el cable. Siempre habría otro día, siempre mañana. ¿Que si eso también es un sueño? Si, pero algo más confuso. Como una pesadilla boba, lenta, tortuosa… Entre todos parecíamos querer diseñar ese sueño, esa realidad común: un mundo al cual nadie era feliz. O al menos, había que vivir adicto, drogado, neurótico, violento o empastillado para poder sobrellevarlo. Era algo extraño. Y habían pasado dos semanas y media y recién allí pudieron darme turno con el service técnico para dentro de 4 días. Por otro lado yo sospechaba que el portero de mi edificio me había cortado el cable por algún motivo extraño y delirante. Ya lo había hecho una vez pero en esa época yo vivía al revés y él tenía algún motivo secreto para hacerlo. Ahora me portaba bien, aunque quizás esté enojado por mi sexo. Quiero decir que vivo en un primer piso que da a la calle y desde acá se escucha todo lo que ocurre afuera y biceversa. Y viene esta chica, la flaquita que se acostaba junto a mí bajo la luna en la terraza kin, y con su movimiento de cadera me hace gritar por las noches y madrugadas y algunas mañana. Está bien. Si esto cuesta el enojo de los vecinos y del portero, está bien. Pago. Hago negocio.
De todas formas es así: siempre uno elige vivir, avanzar sin importar cómo, y surgen de la nada un ejército de pobres idiotas que te quieren bloquear el paso. Debe tener su explicación y todo, pero no me interesa. Alguien siempre viene y mete mano y te corta el cable, o te roba algo sin que te des cuenta, o habla mal de vos, o inventa algo que no hiciste para dejarte mal parado, o le escribe un mail a tu novia, o simplemente viene y te deja un sorete pegado al inodoro… es increíble: el humano posee un gran arte en demostrarle al otro que está disconforme. Y tené cuidado: mientras más te realices, más dejes volar a tu ego por sobre los límites de los demás, más los demás van a venir a levantar su objeción. Porque no tienen nada que hacer. Porque tienen miedo y son miserables. Pero… pero…
no importa.
no.
no me hagan caso.
relajáte dragon autosuficiente, relajate. no cierres puertas, no las cierres. abrilas, abrilas.
no te enojes.


por Fede Frisach
publicado en http://magazinedelicacy.com/variete/del-idiota-a-la-calma/
el 4/4/15

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