sábado, 2 de mayo de 2015

El Dia en la calle (Magazine Delicacy)

Nano se levantó a las 9 de la mañana y fue directo al baño. Meó, caminó hasta el comedor, agarró de la mesa ratona del living un cigarro de marihuana a medio fumar y lo prendió. Un prensado de flores. Fuertísimo.
Su hijo Martín dormía en la cuna. Dora, la mamá, la mujer de Nano, lo había dejado durmiendo antes de despedirse e ir al trabajo. Nano se sirvió un vaso de Coca Cola y lo tragó entero. Prendió la tele y se sentó medio dormido a terminarse el cigarro. Miró el reloj: Nueve y diez. Se paró, se rascó los huevos, eructó y entró en su habitación. Buscó un pantalón, unas medias y las zapatillas y se vistió.
Martin se despertó en brazos de su padre abriendo la puerta de la calle. Empezó a llorar.
-Pará man- dijo Nano irritado. No soporta el llanto de los niños -ni el de su hijo. Nano tiene cuarenta años y cree que algunas cosas ya van en contra de su reloj biológico. El tema es que su sistema nervioso no es como el de cualquier tipo de cuarenta años. Nano llevaba veinte años vividos plenamente como quien dice. Mucha noche, mucha experimentación…
Manejó por Juan B Justo rumbo a Flores. En el auto tenía algo de porro para algún cliente que le había pedido “medio del grande”. Estaba bien, con eso se hacía el día. No tenía la obligación de atender a todos los otros imbéciles que preguntan “¿Te queda del fuerteeeee?”. Por hoy el teléfono iba a sonar y nadie lo iba a atender.
Siguió por Juan B Justo y antes de llegar a Nazca, dobló, agarró por una de las calles cortadas y bajó con su hijo en brazos, tocó timbre y esperó. Salió la abuela de Martin, la suegra de Nano.
-¿Como estas Nano?
-Bien. Te dejo el nene- respondió.
- ¿Vamos a desayunar Martín?- preguntó la abuela con el mismo tono que le habla a los perritos y los gatitos. El bebé apenas entendía algo, miraba a la abuela y sonreía, rubio y redondito.
-Bueno, me voy. Cualquier cosa me llamás al celular- dijo Nano.
-Dale, un beso.
Se saludaron y se despidieron. A la abuela Nano le caía bien. Es un buen tipo. Grandote, responsable, serio y tranquilo. Y brinda mucha seguridad. Ojalá todas puedan tener un hombre así en casa. Ningún riesgo nunca. Y siempre con plata. Eso también es bueno.
Nano prendió el motor del auto y salió rumbo a su casa. Tranquilo, sin apuro. Fue por las calles de adentro, no quería atascarse en el tránsito. Armó rápidamente otro porro y lo dejó sobre su rodilla. En el momento indicado lo prendería. Mientras veía pasar las personas caminando por la calle como siempre, sacando el perro y yendo a trabajar y algo apuradas y tensas -en fin, personas viviendo. Todo como siempre, salvo por esa dama que sobresalía del montón.
Bueno, esa mujer está terrible. ¡Que culo…! Que tetas…. encima mira, aver… me guiñó un ojo…
Nano estacionó el auto. La mujer, provocativa, carne abundante, caliente, caminó juguetona hasta la ventana del auto.
-¿Subis?- preguntó Nano.
Ella subió.
-Que tal… me llamo Karina.
-Nano.
-¿Eres de por aca Nano.
-No, pero se puede decir que tampoco vivo lejos.
-Ahhh..  yo vivo justo aquí al frente.
-De donde venís?- preguntó Nano.
-De Misiones.
-Claro, pensé que eras Paraguaya por el acento.
-Eso suele pasar- dijo Karina.
El auto no estaba en movimiento.
-Bueno Nano, para ti, 150 pesos es lo que cobro.
-¿150 pesos por estar un rato con este bombón? ¡Vamos ya!- exclamó entusiasmado.
-Bueno pues aquí es donde vivo.- Ella señalaba un hotel de alojamiento a unos metros de donde estaban estacionados.
Bajaron. En la recepción Nano pagó sesenta pesos por un turno de treinta minutos y subieron una escalera hasta la habitación indicada. Entraron.
Karina era una experta. Veinticinco años recién cumplidos. Carnosa, voluptuosa y firme. Llena de energía y sexualidad y juventud. Se sentó en la cama y lo atendió a Nacho con la boca, mientras él estaba parado, mirándola desde las alturas, y ella, vil serpiente hábil, lo miraba fijo mientras hacia su trabajo. Usaba mano, lengua, succionaba, aspiraba. Sabía.
-Me vas a hacer acabar, pará…- dijo Nano suponiendo que eso era lo que ella buscaba.
Le sacó la ropa, le besó los labios, la dio vuelta y de espalda, viendo aquel hermoso redondo y joven culo, entró en ella haciendo resonar todos los resortes de la cama. Cada tanto Nano miraba al espejo del techo y al ver ese culo no podía creerlo. Y eso que Nano había estado con más de quiñientas mujeres en toda su vida. Tantas que es imposible recordarlas a todas. Tantas que la cuenta se aproxima delirando, porque a ciencia exacta nunca se podría saber.
Ella lo hizo acabar. Una trabajadora inteligente. Cuánto más énfasis le pone una chica al asunto, más rápido se libera del cliente. ¿para qué alargar el trago amargo? Bueno, de todas formas Nano es un galán a comparación de todos esos viejos y esos pendejos feos y aquellos gordos enfermos que van a visitarla casualmente. Por suerte Karina tiene un cuerpo muy bello que sumado a la destreza de sus piernas y boca, logra atraer a una buena clientela permitiéndole a ella elegir el precio y la calidad. Al tipo que mas le desagrada, le cobra trecientos, y si el tipo lo paga, bueno, por lo menos son trecientos. Al que a ella mas le gusta, ciento veinte está bien, y comunmente, a desconocidos, ciento cincuenta es lo usual. En un día podía hacerse, aveces, mil pesos. Aunque en realidad no es mucho: son apenas 80 dolares. Parece un chiste mal contado pero no importaba: ella no sabía que en otro país del mundo su trabajo cotizaba cien veces más.  Y, aún así, seguía viviendo en ese cuartucho húmedo al fondo del hotel de alojamiento. No estaba mal, era un lujo a comparación de su casa hedionda de Misiones.
Nano se vistió, Karina también, buscó en su cartela y sacó dos chicles. Le dio uno a Nano, el otro era para ella. Nano le pagó, bajaron juntos a la calle, ella le pasó su celular y se alejaron, cada uno por su camino.
Nano subió al auto y encontró el porro que había armado en el asiento, lo agarró y lo prendió.
Todo en su justo momento…” pensó, arrancó el auto y mientras fumaba, siguió pensando que todavía eran las diez y media de la mañana. El día no había comenzado aún.

por Fede Frisach
en http://magazinedelicacy.com/variete/el-dia-en-la-calle/
el 21/2/15

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